miércoles, 26 de agosto de 2015

Una dosis de realidad

Los profesores innovadores, creativos y transformadores son noticia de actualidad. Pero no por su abundancia, sino precisamente por todo lo contrario, por su escasez. Es difícil encontrar más de un par de ellos en cada centro educativo.

A las cifras me remito; ¿cuántos profesores recuerdas que dejaron una huella por sus métodos alternativos? Eres afortunado si al menos puedes nombrar a uno. Pero, si no tienes a ninguno en mente, el profesor Cesar Bona podría convertirse en uno de tus referentes. Es el claro es el ejemplo de educador transformador, comprometido con sus alumnos y con su entorno, en boca de toda la comunidad educativa por ser unos de los finalistas del Global Teacher Prize. Sin embargo, la fama tiene su precio, y parece que ya ha decidido dejar los escenario de las aulas y actuar tras el telón.
 
http://www.elmundo.es/espana/2015/02/02/54ce67d3e2704e3f168b457e.html
 

Todos somos conscientes de que profesores de este tipo son el ideal educativo al que debería aspirar todo profesional de la educación, sin embargo, nos cuesta saltar hacia el vacío de la creatividad; no nos termina de convencer dejar nuestra zona de confort, alzar la vista más allá del libro de texto y construir nuestro propia comunidad de aprendizaje, sin editoriales que condicionen y limiten nuestra capacidad de crear conocimiento colectivo, conectando con las necesidades y aptitudes personales de nuestros alumnos.

Además, sabemos perfectamente, que en el caso de que nos lancemos hacia la innovación educativa, el camino no será fácil; probablemente, en el mejor de los casos, seremos etiquetados de “raritos” por nuestros propios compañeros; los exámenes internos, las reválidas y pruebas de acceso a la universidad no serán más que piedras que limitan no solo nuestra labor docente, si no el propio aprendizaje de los alumnos, el puro placer de aprender por aprender, sin condicionamientos externos, sin motivaciones enfocadas a los logros y recompensas ajenas a la propia persona.
 

Siguiendo con las cifras, demos un paseo por un instituto convencional, concretamente por la zona oriental de Cantabria y charlemos con su director y con sus profesores. Nos llama la atención que, de unos cincuenta docentes, tan sólo uno (del departamento de lengua) no usa libro de texto en sus clases. En cuanto al resto, más de la mitad reconoce utilizarlo como “recurso principal” de aula y los demás profesores lo usan como “apoyo continuo”. Parece que está de moda que incluso en las asignaturas más prácticas, como tecnología, educación física o música, los alumnos necesiten un libro de texto. No obstante, lo que nos resulta más curioso, que lo profesores justifiquen su uso apelando al “apoyo visual y organizativo” que supone para sus alumnos, ¿acaso la sociedad de la información y del conocimiento en la que vivimos, la sociedad del “click”, no ofrece otro tipo de recursos más apropiados y de acceso inmediato para lograr este tipo de apoyo? ¿Realmente se busca el beneficio del alumno o del propio docente?
 

Si quieres conocer las experiencias de más profesores innovadores, no dejes de visitar la web de Trasteandoenlaescuela, así como la plataforma thecapsulated.  Y si eres uno de los pocos especímenes que existen, no dejes de compartir tus prácticas educativas, a través dichas páginas, tu experiencia puede encender la chispa de la creatividad en otros profesionales.

Y tú, ¿qué tipo de educador te consideras? ¿Cuáles son los lastres que hay en tu camino hacía la innovación?

 

 

 

 

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